ENLACE FUNK


ENLACE FUNK Nº35

LOS RELATOS, SERES Y ESPACIOS

Ilustración y texto Thabeat Valera (Upper Egypt Series)

ENLACE

Este y aquel, eso y aquello

Querido lector. En efecto, el enlace, en su historia, durante casi y desde siempre, ha sido manipulado, censurado y minimizado hasta convertirlo en un producto subcultural o, cuanto menos, en un medio de distracción para minorías. Entretanto, en los más avanzados círculos, tales alcanzan las más altas cotas de dignidad como medio de comunicación, y de calidad como expresión artística.

Cualquiera que se haya asomado al estudio de los límites, conoce la importancia de las puertas, dispositivo de tránsito entre espacios que pueden ser cotidianos, insólitos, imprevistos, o temibles. Estas puertas se abren sobre el subconsciente, como que se abren sobre el destino. Esto la sabía hasta Buñuel, cuando en “Un perro andaluz” hizo que una puerta urbana se abriese sorpresivamente a una playa batida por el viento.

Muchos hacedores debieron probarse a sí mismos en el destierro, el exilio cultural. El aspecto filosófico podría empezar con la gran riqueza narrativa de William Blake y su experiencia a través de David Axelrod, adaptado en su antología coordinada por Egon para Blue Note. El perfil poético de Charlie Parker, The Beat Generation. O bajo la dirección artística de René Laloux, el grafismo de Roland Topor y las composiciones musicales de Alain Goraguer. Tanto diluir los conceptos humanos de este planeta salvaje, acaba por enviciar y luego cuesta recuperar la esencia única de la profesión. Bueno, esto prácticamente se puede aplicar con la perspectiva del tiempo. Hay un poco de todo. La transformación violenta del estilo obedece a un fenómeno cultural más completo frente a un modelo opuesto, el de la sumisión absoluta y sin fisuras, como les ocurre a la mayoría de profesionales. No quiero desacreditar a nadie, desde luego, pero sí marcar las profundas e irreconciliables diferencias entre el artista domesticado y satisfecho frente el autor consciente de su independencia y capaz de luchar para conquistar un marco de trabajo nuevo y digno.

Y por último no me parece que se pueda mantener una técnica de por vida. No sé, a mí me parece que el límite tiene lugar en los temas que tradicionalmente el género ha abordado, y que por defecto de la costumbre, se reinician cada cuatro pasos. La reiteración es una mala costumbre de recurrir siempre a los mismos objetos y elementos, a los mismos trucos una y otra vez. Hay que sorprender. El siguiente sabio loco con distinto rumbo, bienvenido sea.

BARCELONA, FERTIL VIVERO DE ENLACE

Ilustradores y pintores comprometidos con su genética musical

Esto suena a positivo, y lo es. Crecimos con la fuerza suficiente para dibujar directamente sobre los bloques. Traspasar las fronteras, sus incursiones en territorios inexplorados, y nuestras sorprendentes improvisaciones. Los escaparates de las librerías y papelerías, repletos de cuadros, ilustraciones, revistas y dibujos, nos hicieron ver claramente que aquél era el género de trabajo que deseábamos realizar. Nos agarramos al desprestigiado tebeo, al graffiti, a la música de aquellas paredes, como única salida para dar rienda suelta a nuestro espíritu creativo. Diluíamos los estilos, tanto como los conservadores del cómic aguantaban que Bill Dubai añadiera dientes felinos de vampiro en la dentadura de su heroína. Como otros muchos, como casi todos nuestros grandes del cómic y de la ilustración, o de ambas cosas, porque en muchos de esos nombres las dos cosas van sólidamente enlazadas.

Algunos crecimos en el entorno más desastroso y caótico de 1991. De La y Black Sheep: Native Tongue. Pintar trenes es un comienzo promovido por la curiosidad. El porqué otros lo hacen lo justifica todo. Llevar ropa con manchas de aerosoles entonces era cool. Salíamos con la promesa diaria, basada en el arte primitivo, la tentativa del cómic, o confeccionar de forma casera nuestro propio zine a fotocopias. Se trataba de llamar la atención siguiendo los pasos de aquel sencillo título de Tony Silver, Style Wars.

Se llama Abel Figueras, más conocido como Abel Galleta (Pix Editorial, Galleta Records). Y menos reconocido como Fear, miembro en los tempranos noventa de los míticos TAT, The Artistic Terrorism. Su bautismo en la senda editorial empieza tras sus dos primerizos números del fanzine Aerosol Kingdom (1992). El Abel. Un hombre básicamente autodidacta y solitario. Un creador completo que se ha hecho a sí mismo. En pocas ocasiones alguien ha llegado a comprender, compendiar y representar de forma tan acertada las estampas populares de su época. Sus miras nunca fueron elevadas ni su arte pretendió jamás la trascendencia. Sólo se limitó a representar su entorno, su background, las calles que conoció y a las gentes que le rodearon con una fidelidad tan incondicional como la mía. Abel es un portador de ingenio, por paradójico que parezca, no acaba en su obra misma, sino en una insaciable inquietud que le lleva a experimentar técnicas e inventar sistemas de plasmar esa obra en la forma más fiel y creativa posible.

Para quien lea estas pocas líneas, principios de los 90, empezará a ser un recuerdo donde la cerveza no estaba siquiera muy fría, donde cualquiera trataba de consolarse con salir a trincarse la enésima. Eran tiempos de discos usados y asequibles a nuestros lamentables bolsillos. Marcos Juandó, un verdadero impulsor de la cera negra, un guía espiritual para los amantes del jazz, funk y soul sin grandes capitales, nos sacó de esos desastres en la cartera que desaniman. Somos muchos los que almacenamos alguna historia inolvidable de Juandó. Éramos los chicos con invitación, pero sin la edad, en aquellas inolvidables sesiones en el Underground de Gracia. Recuerdos como la carta a puño y letra, junto a una cassette grabada con temas escogidos de la humilde colección de su padre, que Abel Galleta mandó a su maravilloso programa “Groovy Life” de Radio Gracia como muestra de agradecimiento por todo lo aprendido a través de horas y horas sintonizando el dial.

Ensayos de los noventa, enlaces y realidades. Kromatik Konstruktions se construyó en 1994, de la mano del propio Fear (Abel). Eran los bocetos iniciales, presentados a fotocopia. El coste mínimo. Una factura impecable y artesanal made in TAT. Cuatro exquisitos números con estrecha colaboración de Shot y Pato. Y con la contratapa de Vaughn Bodé, rite del cómic underground que publicitaba el Iron Man, de Eric Dolphy en sus tiras publicadas en Fantagraphics Books. Nosotros teníamos por costumbre acudir a los mismos sitios. Abel Galleta, Guillermo Carrion, Sendys, Puke Dyandemo, y uno mismo aún recordamos aquella retrospectiva de Mati Klarwein en el 4art (1995) de Barcelona, y que reunía todas las características emblemáticas de significado. Nos quedamos con ganas de más. Devoramos sus pinturas con los ojos y tratamos de sacar de ello el máximo de aprendizaje, un aprendizaje que no posee ninguna escuela.

Hacer. Siempre quedan cosas por hacer. Abel Figueras (Galleta) creaba Pix Editorial (1996). Micro-editorial con micro-actividad para llevar a cabo la edición de su libro objeto “Poesía en conservas”. Dos años después Pix Editorial se nos marchó a Madrid junto a Suso33, Spy y Eduone (Los reyes del mambo), con el lanzamiento “De usar y tirar, 20 poemillas de amor” (1998), libro objeto de poesía discursiva y visual del propio Abel Figueras.

Barcelona, fértil vivero de autoedición. Véase una edición limitada de 300 copias enumeradas a mano cuidada hasta el último detalle. Se trata de una carpeta de serigrafías titulada “Rostros del Jazz Negro” (1998), creada por Raul Capitani, con los textos de Abel Rogés y Carlos Sampayo, y con las horas contadas en las librerías de Barcelona. Hoy en día, por una copia en la librería Antiquària Farré, se paga el triple de lo que estás pensando.

Pix Editorial decidió regresar a Barcelona a finales del 2000. El recibimiento fue sonado. Pues, crea, pinta, dibuja tanto sobre sus materiales originales como para dios sabe que más, y hace de su obra algo personal, unitario, marcado hasta el final por el sello de su poderosa personalidad. En 2005 nace Galleta Records, su mini sello artesanal. Una galleta sabrosa y original. Singles, solo siete pulgadas, prensados, coloreados, numerados y embolsados a mano con la maña de un artesano curtido con la mirada hacia sellos como Stones Throw, Soul Cal, Now-Again, en el aspecto musical conceptual. Y con un modus operandi y una gráfica hacia sellos como Gssh!! Gssh!! Records.

Guillermo Carrion viene a ser un artista plástico desbordado de ideas. Había crecido como músico, como pintor y como escultor. En el graffiti se hizo un lugar bajo el nombre de Chulo. Por lo tanto, también estaba buscando nuevas visiones, así como diferentes estilos y procedimientos. Asistíamos emocionados en su cálido taller situado en el barrio de Gracia. Con esas cualidades no es sorprendente que Juxtapoz Magazine, Marlena Shaw y George Clinton congeniaran y se interesaran por la obra pictórica y escultórica de un Guillermo Carrion con brillo especial, una cualidad que he visto en muy pocos artistas hasta hoy, una obra completa a sus espaldas, a la que estamos desgraciadamente tan poco acostumbrados.

Con el placer de ser invitados por la pintora Laure Klarwein y su hijo Balthazar, nos dirigíamos a su actual loft, situado en el corazón del raval. La puerta de los Klarwein siempre permanece abierta como un reloj de sol marcando las 4. Los esqueletos de las sillas africanas tienen más de cincuenta años y están trabajados manualmente sobre aluminio y tapizados con el cuero que se utilizaba para los bongos africanos. Mister y Delirium Debens son dos pilares ghettolunch a nuestro entender de graffiti barcelonés, y que han vivido a caballo entre libros de arte y cervezas de lata. Mister ahora permanecía sentado en una de las sillas de Mati. Miles y Camaron sonaban de fondo y eso lo hacía todo aun más cómodo.

Baltha Klarwein había colaborado en nuestro proyecto, como también lo hacía para la retrospectiva de Mati Klarwein en New York y en la fundación Miles Davis. Baltha ahora se nos mudaba a Londres. Y su cámara era una prospera familia, cosa gloriosa, tanto en el Festival de Cannes, como en la rodadura de resina y la pintura que habita por el subsuelo barcelonés. Entre visita y visita, Baltha y su hermano acudían, junto a Sendys, Puke Dyandemo y Guillermo Carrion, a la primera fiesta de Upper Egypt Pinchas (Charles Louis + Abel Galleta + Thabeat Valera), organizada en el C3 Bar (dentro del CCCB) por el propio Charles Louis (DJ Asmatic), sobrino de Daniel Louis – batería, a principios de los setenta, de la banda de culto Barrabás.

Abel Galleta. UVE. Charles Louis. Ismael Sustraivibez. Marcos Juandó. DJ Tres. Alberto Rahim. Migel A. Sutil. Salah y Thabeat Valera. De repente estábamos en India, luego la figuración volaba hacia Varsovia, llegábamos a una isla misteriosa llamada Japón, y volvíamos por fin a New York. Había misterio, acción. Había sesiones en pequeños espacios junto a DJ Shakira, colaboradora de Wah Wah Records. La visualización recordaba asimismo a Brasil, con una estética muy marcada en Xanadu Records, y con una puesta en escena plagada de senderos como Finders Keepers Records o Luv N’ Haight (Ubiquity Records). Eran los paisajes que surgían y que mostraban evidente afinidad con Egipto como escenario de Strutt Records. Analog Africa. Soundway Records. Los enlaces son imprescindibles para quienes deseen revertir los signos MPS, Kudu-CTI, Strata-East, Impulse!, asimilados desde la base Upper Egypt Series.

EL ENLACE

El principio de la infinidad

En esto del enlace caben todos. Uno. La portada de David Wilcox para el grupo y álbum Dreams, Columbia, 1970. Dos. El vagón de metro pintado que aparece en la portada de True Reflection “Where I’m Coming From”, 1973. Y tres. El programa de una cadena de televisión alemana llamado Kultur Aktuell, que estaba produciendo un documental llamado Die Miles Davis Story.

Prácticamente cabe el plano intelectual de todo artefacto ultramoderno, el conocimiento de la obra y de la persona proyectada hacia el futuro. Tras la explosión de films, parecía que la ósmosis temática entre el séptimo y noveno arte se había interrumpido, pero ahora se acumulaban iniciativas nuevas. La inscripción de Chico Hamilton en la banda sonora para los polémicos minutos de Coonskin (1975), de Ralph Bakshi. Las interesantes reuniones de Burroughs, Warhol, Jagger, Muhamad Alí y Víctor Bockris, cenando juntos en el Union Square de NY. Las jóvenes y marginales fotografías de John Naar y Henry Chalfant. Las monstruosamente contraculturales pintas de Mati Klarwein y Jimmy Hendrix compartiendo modisto. Las podridas células hambrientas de droga de Sid Vicious, Rammellzee y Basquiat compartiendo camello (Michael Morra).

El buscar formas de expresión distinta. Y las brillantes notas de Charles Mingus, puestas a cargo de Rhapsody Films (Manfred Kirchheimer), y que trascienden en uno de los documentales más explícitos dedicados a la esencia del graffiti en los transportes subterráneos de la manzana podrida: Station Of Elevated (1981).

Viejos y nuevos, triunfantes y aspirantes, caducos y autodesplazados, profesionales que cobran y entregados que pagan. Numerosos, pero nunca excesivos. Está claro, se ve y se vive en una inmensa minoría que funciona ajena a una institución nacional y ferial. Después de la emancipación aún no se ha encontrado todavía la fórmula. Mentes que se las están viendo moradas para encontrar su espacio. Ese tramo. Esa facilidad para abarcar muchos aspectos distintos de una actividad artística. Pasamos sin baches ni dificultades del blanco y negro al color, volver al cómic creativo, de buen nivel, y no imbécil. A la ilustración, sin saber que nuevo camino podemos iniciar en los próximos años, incluso en los técnicos o menos creativos artísticamente, y a dónde nos conducirá nuestra inquietud creadora. El color además es una variante, otro lenguaje, tiene una gran importancia, lo mismo que la trama y la retícula del blanco y negro. Se puede matizar, se puede hablar de climas. Sabremos a quien se le ha parado el reloj, quién tiene cuerda para rato y qué nuevos valores acaban de poner el suyo en marcha.

Misticismo, sicodelia y espiritualidad. Miles Davis dedicado a Duke, Gil Evans y Coltrane. Miles hard bop extreme orient y la percusión africana de Mtume que apuntaban a los futuros procedimientos de Whitefield Brothers. Se comparten de una manera más o menos igualitaria en el diez pulgadas rojo de Michael Raymond Russel y Adam Douglas Manella bajo siglas: MRR – ADM ft. Malcom Catto, batería ingles en la formación The Heliocentrics, junto a su bajista Jake Ferguson. Es algo que todo el mundo reconoce a la veteranía de Mulatu Astatke y Milt Jackson. Coz Littler, conocido como Mr. Chop. Y un Hammond sostenido grave. Algunas cosas nuevas creadas por Lord Newborn and the Magic Skulls: Money Mark, Clutchy Hopkins, Shawn Lee y Tommy Guerrero. California es algo que no les hace dormirse en los laureles, pero aquí se aprecia toda la esencia de Eugene Booker McDaniels.

El Enlace es un gran valor. Bombay y Tibet. Y la flauta de bambú del holandés Chris Hinze, inventor del desafortunado termino del incienso world music. Atmósferas y composiciones orquestales. Bajo, viola, violín, trombón, vibráfonos. Jasper Van Hof, Adam Makowicz, Larry Loriell, entre los sintes y violines eléctricos de Michal Urbaniak y el scat ornitológico de su esposa Urszula Dudziak, donde aparece el guitarrista John Abercombrie, miembro de la Monty Stark brand (Stark Reality), banda donde Hoagy Carmichael recopiló su trabajo para una mítica serie infantil de televisión, con la asistencia de Ahmad Jamal en sus giras y grabaciones de bobina, mitad monofónica, mitad estereofónica recogidas por Egon, Now-Again.

El enlace saca las piernas de la cama. B+ y Eric Coleman (Mochilla Records), colaboradores de Wax Poetics, fotógrafos y directores de films en su productora (Keep In Time, Brazilintime, Timeless) , pionera de la escuela ArtDontSleep y Dublab. El graffiti salvaje de Phase 2 en los subways de New York, ocupaban once páginas enteras en la editorial de Andre Torres (Wax Poetics), que compartía colaboradores en las filas de Robert Williams, Juxtapoz Magazine, donde habían lanzado la habilidad única de Ian Johnson para ilustrar en gran cantidad de estilos y de músicos: Miles, Eric Dolphy, Charles Mingus, Yusef Lateef, Ornette Coleman, Coltrane.

El enlace, entre sus múltiples armonías de jazz rock progresivo: Chick Corea junto Pau Riba y Jordi Sabatés, miembro de Jarka y OM. Toques ácidos y un alto grado de rock layetano de la Orquestra Mirasol y de Toti Soler (miembro de OM, ¿Ovidi Montllor?). Maquina! y Barcelona Traction. El Festival Canet Rock. El clarinete de Herbie Mann fusionado al misterioso y tradicional gagaku y shomoyo de Minoru Muroaka y su New Dimension Group. Y estos 9 miembros de Minoru montados con la sección rítmica de DJ Krush matizada por los rasgos gráficos de Futura 2000, compañero de Phase 2, arquitecto de la cubierta de Gettobetts: Rammellzee, Bootsy Collins, Sly & Robbie, DXT y Bill Laswell. Herbie Hancock. Laswell a su vez con Toshinori Kondo. Y este con DJ Krush en el sello de James Lavelle, que quería comprar un cuadro de Basquiat a través de Dj Spooky, con el que Rammellzee tiene un incidente a la hora de hacer la transacción. El morbo te hará buscar más datos desperdigados por la mesa del director de Mo-Wax: David Axelrod, siempre un paso por delante en las oficinas de James Lavelle. DJ Spooky, fraseo y Fundación Afrofuturismo. Y este junto a Basquiat, apadrinado por Steve Buscemi, donde aparece el director Jim Jarmusch, para el que Rammellzee hace un cameo en Stranger Than Paradise (1984).

Allí estaban. Aquellos genios. Aquellos locos que un día trataban de investigar y asumir el riesgo de un cambio, no con el ánimo meramente experimental, cuyos productos no tardan en ser olvidados, si no con el propósito de fijar bases para la creación y permanencia de un nuevo estilo. Música, literatura, dibujo, pintura, fotografía, cine y teatro que, por sus características generales, tienen más puntos en común y similitud con la persona que los aspectos metodológicos que los atañen como profesión. Nuestra opinión es que siendo una obra diferente, no deja de ser una historia más, con las mismas señas de identidad que cualquier aventura, aunque la tradición sugiera lo contrario. Sabremos a quien se le ha parado el reloj, quién tiene cuerda para rato y qué nuevos valores acaban de poner el suyo en marcha.

Los círculos creados alrededor del mundo del arte en New York habían mutado. Mark Bodé, Phase 2 y Zephyr ponían en marcha la popularización de Cheech Wizard y Lizard Zen en los true burners y las chapas de metro de los IRT Nuyoke mucho antes de que Keith Haring y Warhol introdujeran un nuevo entretenimiento para los más artistas. Gracias a Jo Gelbard, Miles Davis conoció la pintura de Jean-Michel Basquiat, así que Miles empezó a pintar como Basquiat sin tener que rendir cuentas, ya que resultó que este (Basquiat) había hecho un montón de cuadros basados en Miles, con la palabra Miles escrita en ellos. En Bellas Artes aprendes la historia del barullo de los tubos de pintura. Nada más. El único motor que nos mantiene en forma son los enlaces que surgen tras los pateos y las peleas diarias.

Los expertos con memoria en 1975 recordarán un curioso antecedente del nuevo estilo del dibujo, hasta llegar a verdaderos virtuosismos. Se abrió la bragueta y asomó la calidad de un grafismo diferente, el reconocimiento popular de un gran dibujante que firmaba Moebius, nombre esotérico y arcano, salvo para los matemáticos. Se supo en seguida que aquel no era un nuevo artista, porque ya era conocido, y bien conocido, por su verdadero nombre, Jean Giraud, abreviado como Gir, en los dibujos con los que ilustró la perfección absoluta de la dimensión de Jimmy Hendrix, con el permiso de las esferas supremas de Mati Klarwein. Estamos en un tugurio esquina la calle enlace. Les McCann sería pianista, aunque pasaba mas tiempo como fotógrafo profesional, con más de 8000 desmesuradas fotografías que acabaron expuestas en el Festival de jazz de Montreaux. La ropa se acartona a causa de las bebidas. Luke Mosling, criado en el legado del hardcore y el metal, acabó en la idea de reeditar la obra de Byard Lancaster, saxofonista de Sunny Murray, SunRa y un McCoy Tyner, pianista de Coltrane. Luke le envió un fax y Byrad le contestó convencido. Dana Mosling se encargó de fotografiar a Odean Pope, miembro del cuarteto de Max Roach, y saxofonista de Ornette Coleman y Jimmy McGriff. Algunas veces se despierta uno de un sueño y se dice, ¿realmente hice eso? Luke había fundado Porter Records. Enlaces, un mundo aparte. Y por ende, infinito.

FUSIONES SIN ENLACE

Falseamientos derramados por la industria

El enlace, víctima de un sistema omnipotente y hostil, jerarquizado e insensible, una mala imitación de registro sobre las miserias de la vida cotidiana, de un burócrata moldeado por el poder oculto que gobierna a la sociedad industrial, en la que el oficinista constituye el nuevo proletariado camuflado entre el enlace y la fusión, sin ningún fondo. En este sentido se inscribe en la gran galería de personajes artificiales. Una estética marginal y drogadicta que ni fuma, ni bebe, ni trasnocha en su propia confesión. Debido más al limitado contexto industrial que rodea. Está ligado a una industria, es decir, a un entramado económico y comercial muy complejo, y pendiente del poder de turno, pasando las inevitables censuras, sin olvidar las posibilidades de producción, tan cambiantes como el mismo progreso de la maquinaria y de los sistemas que lo hacen posible. Los grados de libertad y el margen de independencia de un artista, simplemente no existe. Quizás los que practicamos el enlace acabemos como el presentimiento del ilustrador Rafael de Penagos. En el caso de Penagos, su producción gráfica y su modernismo no era sino una estilización que estaba muy por delante de su época y que luego no tuvo continuidad. De ahí proviene el hecho de que su obra, más que moderna, sea tan singular como difícil de clasificar. Ya es malo que los críticos digan que hay algo indecoroso en el arte verdadero. Hacer otra cosa significa estorbar el mercado.

La atmósfera de la espada y los ojos de brujería, lo que se llama un self-made-man, sumado a los mecenas. No existe ningún signo cultural que pueda orientarnos. Puertas donde los hipopótamos hablan. Animales de oficina empeñados tontamente en introducir una nueva versión del mágico misterio de las músicas del mundo, para hacerse con el mando del planeta. Aquí habría que volver a evocar a André Breton cuando escribía que lo más maravilloso de lo fantástico es que lo fantástico no existe, pues todo es real. El enlace es una cuestión de respeto y buenos modales. Con el ánimo de hacer enlace a tantos enlaces que aquí aparecen, y que se están forjando en suma, número a número, página a página, a través de esta publicación: ENLACE FUNK.